¿El Papa Francisco podrá cambiar todo, él solo, desde dentro?
Me han preguntado mucho mi opinión sobre la elección del Papa Francisco. Su elección ocurrió en medio de profecías y cientos de interpretaciones. Se habló del apócrifo “Papa Negro” que nunca mencionó Nostradamus ni San Malaquías. Igual, se quiso hacer coincidir las vestiduras oscuras de los jesuitas ⎯Bergoglio, el actual Papa Francisco, es jesuita⎯ con la presunta profecía. Otros “aclararon” un poco más las vestiduras del sacerdote para que sean grises, y así hacerla coincidir con la profecía del “Hombre de Gris” de Benjamín Solari Parravicini, cuando hasta el más inocente de los estudiosos del “Nostradamus de América” sabe que esa profecía se refiere, en verdad, a la masa crítica, a la gente, tal y como se lo confió Parravicini a uno de sus amigos y discípulos: Don Pedro Romaniuk.
Con todo, el entusiasmo es evidente. Y no es para menos: estamos ante el primer Papa latinoamericano. Y, si San Malaquías no se equivocó, el último de la Iglesia tal y como la conocemos.
Es notable la ola de esperanza que transmite Francisco. Ha contagiado a todo el mundo. Cada gesto y acción ⎯que hablan muy bien de su trabajo pastoral ya ejercido previamente en las “villas miseria” de Buenos Aires⎯ envuelve en un manto de aliento a los fieles más dormidos. Lo he visto con amigos de Latinoamérica que no le prestaban atención a la Iglesia, y ahora parecen católicos de siempre. Sin duda, eso era lo que quería el Vaticano. Acaso: ¿Bergoglio llegó al sillón poderoso del Vaticano sin que haya mediado un “análisis” de la situación de la Iglesia? Quienes “controlan” realmente el Vaticano: ¿no calcularon las acciones humildes y pastorales de Francisco para su papado y asi “lavar la imagen” de la Iglesia? ¿Bergoglio les soprendió, o era eso lo que esperaban?
Soy de las personas que cree en la esperanza. Vivo y trabajo por ello. Y debo decir que me emocionó ver la elección de Bergoglio. De hecho, intuía que él iba a ser el nuevo Papa. Pero, más allá de las emociones, soy consciente de que hay “gato encerrado”.
Si Francisco es el “Petrus Romanus” de San Malaquías, nos hallamos ante uno de los momentos claves en el devenir de la Iglesia Católica. No hay que ser muy adivinos para prever cambios de toda índole en el Vaticano impulsados por Francisco. Incluso, aunque esto suena alucinante, parte de esos cambios podrían tocar la postura de la Iglesia ante el fenómeno ovni. En la comunidad ufológica argentina se sabe de las charlas del otrora sacerdote Bergoglio con Don Pedro Romaniuk. Y no olvido que el también jesuita, el argentino José Gabriel Funes, Director del Observatorio Vaticano, ya habló a favor de la vida extraterrestre, asegurando que la existencia de esos seres no pone en contradicción nuestra fe en Cristo. ¿Franciso seguirá este camino?
Como fuere, escribo estás líneas para sumarme al pedido del nuevo Papa más allá de las emociones que se disparan ante su histórica elección: “Recen por mí”, repite una y otra vez aquel hombre que hizo cambiar el sillón de oro del Vaticano por uno más sencillo. Aunque es muy pronto para sacar conclusiones ⎯porque esto recién empieza⎯ no perdamos la esperanza, pero tampoco el sentido común…