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Los encuentros con los ocupantes de los ovnis no pueden ser ignorados; son demasiado numerosos…
Doctor J. Allen Hynek.
The Ufo Report.
Civilizaciones Perdidas / Diciembre 2018
Tras las huellas de Ciudad Blanca

En el año 2012 hice un “cameo” para la película “El Xendra”, un film centroamericano de ciencia ficción dirigido por Juan Carlos Fanconi. La película, inspirada en testimonios de contacto extraterrestre y en la leyenda de una ciudad perdida en las selvas de Honduras, se vio en distintas salas de cine de Latinoamerica y España. Pero, ¿qué hay detrás de la ficción? ¿Realmente existen vestigios arqueológicos en la jungla de la Moskitia?

A continuación rescato un fragmento de mi libro “Uku Pacha” (GS Gráfica, Buenos Aires, 2003). Quince años después, las pruebas aparecen…

 

KAHA KAMASA: LA CIUDAD BLANCA

Indagando el secreto

Por siglos, la etnia Pech de Olancho (Honduras) ha sostenido la leyenda de “Kaha Kamasa” o “Ciudad Blanca”, un presunto enclave sagrado que funcionó como centro principal del desaparecido reino de Tlapalan ―también conocido como “el lugar antiguo en donde la aurora se origina”―. Este enigma no sería otra cosa que una soberbia fortificación construida en piedra en medio de las peligrosas selvas de la Moskitia. Aunque las noticias de esta ciudad perdida se remontan a Hernán Cortez y su confidencia sobre la misma al Rey Carlos V de España, en 1526, y más tarde las nuevas observaciones que hiciera en 1544 el obispo de Honduras, Cristobal de Pedraza, sin duda el hecho que más popularidad otorgó al enigma de Ciudad Blanca fue la publicación de “The City of the Monkey God”, del explorador norteamericano Theodore Morde, quien aseguró haber estado en el enclave secreto, pudiendo ver en él, siempre según sus afirmaciones, pirámides y extrañas estatuas erigidas sobre solitarias arenas blancas, entre ellas la de un enorme “Mono”. Pues bien, Morde guardó celosamente la ubicación exacta de su supuesto descubrimiento con la intención de volver más tarde con una expedición oficial guiada por él mismo. Esta medida, según Morde, pondría a salvo a la ciudad del oscuro interés de saqueadores de tesoros. Pero el controvertido explorador no se imaginaba que la muerte le sorprendería a mitad de sus iniciativas: Morde será misteriosamente atropellado por un automóvil mientras caminaba en los alrededores del Instituto Británico,entidad que, paradójicamente, lo iba a financiar en aquella ambiciosa expedición a Ciudad Blanca... (ver: https://www.elheraldo.hn/pais/816724-213/las-leyendas-que-rondan-la-ciudad-blanca=). Otras versiones afirman que Morde fue hallado ahorcado en su baño. Lo cierto es que murió a los 43 años y se llevó sus secretos a la tumba. Curiosamente, luego de su muerte el Instituto Británico llevó a cabo, de todas formas, las expediciones a la Moskitia. Pero todas fracasaron.

Crédito de la imagen: recreación del enigma de Ciudad Blanca por Virgil Finlay.

 

Arriba: Theodore Morde

 

No obstante a este episodio, el conocimiento de la existencia de Ciudad Blanca no está perdido. Las leyendas hablan por doquier sobre ese reino selvático. Los ya mencionados indios Pech recuerdan que Ciudad Blanca fue creada por el relámpago y el trueno, bajo el poder sobrenatural de su dios Wata. Según ellos, en la ciudad sagrada se depositaron piedras enormes en donde se tallaron figuras de animales y seres humanos, un escenario muy similar al que nos hubiese mostrado hace quinientos años el templo inca del Qoricancha, en el Cusco, con sus relucientes estatuas de oro puro.

Ciudad Blanca, pues, habría sido edificada por seres cósmicos para ser el santuario sagrado de los Patatahua: los antepasados primitivos de los indios Pech. Sin embargo, la ciudad fue misteriosamente abandonada, y sigue allí, enterrada en las selvas de Honduras. A este mito de la Ciudad Blanca se le conoce como el de “La Ciudad de los Antiguos” o “Cerro de la Palmera”. También se le llama Wahia-Patatahua, que en el dialecto Pech significa “la aldea de los antepasados, la aldea de los primitivos”. Los indios dicen que si alguien ve la ciudad, con suerte podrá regresar de su odisea. Pero no la volverá a encontrar nuevamente, por cuanto se halla protegida por “los Antiguos”…

 

La posible ubicación y su conexión maya

El 19 de octubre de 1997 el diario británico, The Sunday Times, publicó una fotografía satelital que levantaría el velo de la posible ubicación de Ciudad Blanca en la Reserva del Río Plátano, en la Moskitia hondureña. Siguiendo la compleja tradición Pech, este descubrimiento guarda relación con las leyendas, ya que ellas mencionan insistentemente una importante migración de Ciudad Blanca a través del citado río Plátano. Como bien apuntó el investigador hondureño Kenneth Alvarenga, los indios Pech nos dicen que emigraron de la Ciudad Blanca “río abajo”, indicando que la ciudad se hallaba hacia el sur o río arriba. Si seguimos el río Plátano hacia el sur, obedeciendo esta pista, veremos que nos lleva diagonalmente hacia el departamento de Colón. Es en esta región en donde convergen los departamentos de Gracias a Dios y Colón, y en donde el fallecido historiador hondureño Medardo Mejía pensaba que se encontraba Ciudad Blanca. Mejía, intuitivamente, habló de la importancia que tendría el hallazgo de este Centro Mayor, al cual consideró de origen maya.

Y es que no pocos historiadores han asociado la legendaria Ciudad Blanca con el Reino perdido de TlapallanTlapalan ―supuestamente el nombre antiguo del templo maya de Copán―, mencionado sin rodeo alguno en los textos mayas y toltecas; y por si ello fuera poco, también descrito en Chichén Itza como “una Ciudad en algún lugar del Este”. Para pensar un poco más, los textos sostienen que Tlapallan es el origen de Quetzalcoatl. A todo esto tendríamos que preguntarnos si ello se refiere al dios mesoamericano o al presunto sacerdote tolteca que llevó su nombre. De ser el sacerdote, se cuenta que luego de huir de Tule y transitar por los mayas, el misterioso personaje habría terminado en Ciudad Blanca, y por tanto, la esquiva ciudad perdida ya no sería su origen, sino su “destino”

Existen muchos secretos en las antiguas civilizaciones de Mesoamérica. Los mayas, sin duda alguna, se constituyen en una de las culturas más importantes de esta región del globo, que abarcó ―hasta donde se sabe "oficialmente"―México y Centroamérica, una extensión territorial de casi medio millón de kilómetros cuadrados. Sin embargo, la civilización maya, tal y como existió siglos atrás, “desapareció”. Aún los estudiosos no se ponen de acuerdo para definir los motivos que condujeron a su gente a abandonar los templos y viviendas. Algunos investigadores esgrimen que ello sucedió por imprevistas inundaciones ―nos sorprende que lo mayas no las hayan podido prevenir―, sequías pronunciadas y otros fenómenos en su entorno climático. Y para más controversia en el asunto, otras voces más ligadas al esoterismo no descartan la posibilidad de que los mayas se hayan ocultado en un mundo invisible, cuya realidad, es ajena a la nuestra... Ahora bien, al referirnos a la desaparición de los mayas no hablamos de la raza en sí, por cuanto en Centroamérica existen hoy en día más de cinco millones de descendientes étnicos. El enigma que se aborda es otro. ¿Adónde se marcharon los mayas? ¿Dejaron algún mensaje en otro templo que aún no se conoce?  Quizá sea éste, el punto de conexión con Ciudad Blanca, como en su día lo fue Paititi para los incas.

Cuando se contempla en Copán ―las ruinas mayas de Honduras―, uno queda asombrado. La primera vez que visité este centro arqueológico me llevé una sorpresa al examinar su "Escalera Jeroglífica", un texto labrado que es considerado el más extenso de América, en donde se aprecia la historia de 17 gobernantes mayas. Allí advertí una clara estrella de seis puntas. ¿Por qué está allí una estrella de seis puntas? Posiblemente la explicación se halle en que los mayas conocían los antiguos símbolos cósmicos y universales de la humanidad.

La "estrella de seis puntas" en las ruinas mayas de Copán, Honduras.

Foto de Ricardo González.

 

Más allá de la leyenda se siguen multiplicando las iniciativas de exploración arqueológica en la Moskitia. Empero, sólo aquellos que sepan leer los signos de los arcanos petroglifos del río Plátano ―inequívocamente similares a los grabados en el muro de Pusharo― podrán revelar su mensaje.

 “Estas palabras deben ser escondidas, como se esconde un joya preciosa” (De Las Últimas Profecías, Chilam Balam de Chumayel).

 

Actualización, a noviembre 2018

-National Geographic habla de “descubrimiento” de Ciudad Blanca en Honduras (2017):

https://www.nationalgeographic.es/historia/exclusiva-descubierta-la-ciudad-perdida-del-dios-mono-en-honduras

 

-Douglas Preston publica la “verdadera historia” de la “La Ciudad Perdida del Dios Mono” (2017).

https://www.prestonchild.com/books/preston/monkeygod/

 

-Arqueólogos extraen una pieza lítica de “Ciudad Blanca” en Honduras, (noviembre 2018):

https://www.latercera.com/tendencias/noticia/arqueologos-extraen-una-pieza-la-ancestral-ciudad-blanca-honduras/394235/#

 

Arriba: Ricardo González en El Salvador con el elenco de "El Xendra", película de Juan Carlos Fanconi.

Trailer oficial: https://www.youtube.com/watch?v=HyH2XbNVHiM

 

 

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